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Los psicólogos explican por qué es peligroso decir estas palabras
Las crisis ocurren en el matrimonio, pero cuando una mujer echa constantemente toda la culpa a su marido, se convierte en una señal peligrosa. Los psicólogos advierten: el hábito de culpar a tu pareja de tus propios fallos destruye la confianza y ahonda los conflictos, escribe Your Tango.
¿Por qué las mujeres culpan a sus maridos?
Las razones pueden ser muchas, desde mecanismos de defensa y falta de voluntad para reconocer su propia responsabilidad hasta una sensación real de falta de apoyo.
«Para ser verdaderamente feliz en una relación, tienes que prestarte atención a ti mismo, no a tu pareja», explica el psicólogo Jeffrey Bernstein.
11 frases típicas de acusación
Los expertos destacan las afirmaciones más comunes que utilizan las esposas cuando achacan todos los problemas a sus maridos:
- «Todo es culpa tuya»: una forma clásica de eludir responsabilidades.
- «Nunca escuchas» – indica que no te sientes escuchado.
- «Si me hubieras escuchado, nada de esto habría pasado» – una forma de manipulación y de gaslighting.
- «Nunca me apoyas» – acusación de falta de atención y ayuda.
- «Tú eres la razón por la que soy tan infeliz» – desviación malsana de la felicidad sólo hacia tu pareja.
- «No me entiendes» – señal de una ruptura emocional en la relación.
- «Sólo me utilizas» – sensación de que el amor ha desaparecido.
- «Siempre soy el malo» – hacerse la víctima e invertir los papeles.
- «Nunca haces nada bien» – expectativas infladas y críticas constantes.
- «Eres tan decepcionante» – una forma de expresar la insatisfacción desquitándose con la pareja.
- «Me gustaría que fueras más [кого-то другого]» es una comparación peligrosa que devalúa a un hombre.
Las acusaciones constantes crean un círculo vicioso: el hombre se siente culpable y se distancia, mientras que la mujer está aún más convencida de que «no está a la altura de sus expectativas». Como resultado, los conflictos aumentan y las conversaciones se convierten en quejas.
Los expertos aconsejan prestar atención a estas frases como señales de alarma que indican la necesidad de un diálogo franco o incluso de terapia familiar.
