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Conviene distinguir los conflictos temporales y las crisis de desarrollo de los comportamientos tóxicos que destruyen la confianza y causan daños
La relación madre-hija se considera una de las más fuertes y profundas de la vida de una mujer. Pueden ser una fuente de apoyo, calidez y sabiduría, pero a veces se convierten en un campo de tensión, dolor e incluso trauma psicológico.
Merece la pena distinguir los conflictos temporales y los momentos de crisis de desarrollo de los comportamientos tóxicos que destruyen la confianza y causan daño. Psychology Today ha destacado algunas señales clave que ayudan a entender que algo va mal en una relación madre-hija.
Control y castigo en lugar de diálogo
En lugar de escuchar a su hija, la madre reacciona ante cualquier desacuerdo gritándole, castigándola o alienándola. En la infancia, puede consistir en decirle que no salga o en «ignorarla». En la edad adulta, pueden ser frases duras como: «Si haces las cosas a tu manera, no eres mi hija.
El control excesivo priva al niño de la sensación de autonomía y le crea miedo a tomar sus propias decisiones.
Falta de diálogo y compromiso
En una relación sana, incluso cuando hay diferencias de opinión, hay lugar para la discusión. En las relaciones tóxicas, la madre degrada las decisiones de su hija o simplemente se niega a escucharla. Por ejemplo, la hija elige una profesión o una pareja diferente, y la madre lo califica de «estúpido», «vergonzoso» o una «traición a los valores familiares».
Este comportamiento niega a la hija el derecho a expresarse y destruye la confianza.
Atribuir «defectos congénitos de carácter» a una hija
En algunas familias los conflictos se convierten en acusaciones, cualquier decisión de la hija se interpreta como prueba de su «ingratitud», «debilidad» o «incapacidad para vivir correctamente». Ya no se trata de una crítica a las acciones individuales, sino de un ataque a la personalidad.
Como consecuencia, la hija empieza a dudar de su propio valor, desarrolla ansiedad o el síndrome del impostor.
Cualquier disidencia se llama «falta de respeto»
Las culturas tradicionales suelen apelar al mandamiento de «honrar al padre y a la madre». Pero a veces esta norma se utiliza como forma de silenciar a la hija y negarle su propia opinión.
Esto se considera una manipulación y un desplazamiento de la culpa, en el que la madre se sitúa como «víctima» cuando en realidad está suprimiendo un diálogo sano.
Abandono total de la relación
Frases como «Si lo haces a mi manera, puedes olvidarte del camino a mi casa» o «O me haces caso o no te conozco más» son manifestaciones extremas de una relación tóxica. En lugar de amor y aceptación, la madre da ultimátums.
Esas palabras causan heridas profundas y suelen ser la causa de la ruptura emocional y el alejamiento de la hija de la familia.
La importancia de entender qué es qué
No todas las discusiones entre madre e hija son tóxicas. Los conflictos son naturales, surgen en momentos en que una hija está aprendiendo a afirmar sus límites y su independencia. Sin embargo, la presión, la manipulación y la desvalorización habituales no son «dificultades de crianza», sino signos de una relación malsana.
Necesario:
- establecer límites personales claros,
- buscar ayuda profesional para superar el trauma,
- Busca el apoyo de amigos, parejas o comunidades de aprecio y aceptación.
La relación con tu madre es la base sobre la que se construye tu autoestima y tu identidad femenina. Si esos cimientos son tóxicos, es importante darse cuenta a tiempo, llamar a las cosas por su nombre e iniciar el camino hacia la curación. Recuerda que el amor no consiste en controlar o manipular, sino en apoyar, aceptar y respetar tus decisiones.
