Foto: de fuentes abiertas
El mijo suele tener un amargor natural. Se debe a una fina cáscara que se oxida durante el almacenamiento.
Las gachas de mijo son uno de los platos más antiguos y útiles de la cocina ucraniana. Pero a pesar de la sencillez de su preparación, a mucha gente le resulta desagradable: se vuelve amarga, hierve o tiene un olor desagradable.
De hecho, el problema no está en los grañones en sí, sino en un error común que cometen incluso amas de casa muy experimentadas. Basta con dar un solo paso y el plato se convertirá en una obra maestra culinaria refinada e increíblemente sabrosa.
Por qué las gachas de mijo resultan desagradables al paladar
El mijo suele tener un amargor natural. Se debe a una fina cáscara que se oxida durante el almacenamiento. Si no se quita antes de cocinar, las gachas tendrán un sabor desagradable, aunque se añada mantequilla o leche.
El principal secreto de unas gachas de mijo perfectas
El mijo debe lavarse dos veces: primero con agua fría y luego con agua caliente o incluso hirviendo.
Por qué es necesario:
- el agua fría elimina el polvo y el exceso de partículas;
- el agua caliente o hirviendo elimina por completo la película de grasa amarga;
- los grañones quedan dorados, limpios y sabrosos después del lavado.
Este proceso de preparación cambia por completo el mijo: adquiere un sabor delicado, ligeramente dulce, y combina a la perfección tanto con la leche como con la carne o las verduras.
Algunos consejos más para que tus gachas sean perfectas
- Proporciones correctas de agua. Para gachas desmenuzables – 1:2, para gachas blandas y tiernas – 1:3.
- Cocer a fuego lento. Al mijo no le gusta hervir, se pone duro.
- Deja que las gachas terminen de cocerse. Después de apagar la olla, tápala con una toalla durante 10-15 minutos.
- La mantequilla debe añadirse inmediatamente después de la cocción. Las gachas de mijo se abren muy bien cuando se añade mantequilla inmediatamente después de la cocción, mientras los granos están todavía calientes.
